El teatro estalla en aplausos, y entonces cuando las palmas cesan, la interpretación domina el ambiente. Cada uno de los presentes en aquel escenario es una persona distinta a la que era antes de que se subiese el telón. El poder de ser distintos personajes, de interpretar yace en cada uno de nosotros y es que, el teatro no es solo para los actores y actrices es para todas las personas. Cuando vemos una obra creemos que cada personaje que esta sobre la tarima es realmente así, vivimos su presencia, sus reacciones, sus gestos y sus palabras. El teatro es sencillamente un arte mágico, pues cada uno de nosotros es capaz de interpretar y todos al ver una obra nos creemos una mentira, una mentira real, interpretada y con la que aprendemos diferentes formas de ser o de vivir la vida.
Muchos dicen o piensan que el teatro y el cine tan solo se diferencian porque el teatro lo ves en directo, sin embargo las diferencias van mucho más allá. En más de una ocasión han dicho que el cine puede terminar por problemas económicos, ¿puede acaso terminar el teatro? No. Pueden terminar las obras representadas sobre el escenario o quizá el lugar en sí pero al fin y al cabo el teatro no se basa en dinero porque el teatro es interpretar y para interpretar no es necesario dinero, ni un escenario.
Los actores y actrices nunca acabarán al igual que el teatro, la magia de creernos una mentira a través de la interpretación y disfrutar con ella siempre seguirá viva.